Hace muchísimas lunas, a orillas del Curaray, en plena selva amazónica
en donde los árboles poblados de pájaros de mi colores y de una belleza exótica
se mueven al compás de la música mágica del viento, sonido silencioso y
armonioso que conmueve el alma de inmensamente bello, se desenvuelve una mágica
historia de amor de un ser venido del cielo, con cabello dorado y ojos color
del cielo de nombre Dayo, con una aborigen hija del sol y de la estrellas de
nombre Isis, de una belleza
indescriptible, de cabello negro ondulado como las olas del río, con una mirada
indescifrable y con el pudor de una virgen que enaltecía su mágica belleza,
mezcla de fuego, timidez, pasión arrogancia, dulzura, un corazón de niña en un
pecho salvaje, pues pertenecía a una
tribu nómada pero de las más temidas y aguerridas en toda la selva, aprendió desde niña la
cultura de su pueblo, jugaba en el rio
como una hoja llevada por el viento, competía con sus hermanos en las balsas
hechas de hojas de bejucos con sentida destreza, era experta en el uso del arco
y de la flecha, cazaba animales como sahino, guanta, guatusa, al igual que a un
tigre, aun que en esa épocas esas actividades solo era propia de los hombres
pero como era única mujer sus hermanos eran muy condescendientes con ella y
casi siempre solían llevarle de caza y pesca.
A menudo a ella le gustaba
perderse entre las sombras de su amada selva, sintiendo la necesidad de que
alguna pasión se albergara en su pecho de niña mujer, nadaba con maestría en el
río, un día cuando nadaba plácidamente, de pronto sintió unos ojos que le
asechaban eran unos ojos de cielo que se habían prendado de su salvaje belleza,
El, Dayo, no se sabe de qué mágico cuento había salido, pues no tenía los rasgos característicos y salvajes propios de la selva, pero tenía el conocimiento que tiene un guerreo para sobrevivir en ese mundo, quizá era un Dios que había llegado por ella.
Nadie en su tribu se había percatado de la presencia de morfeo, ni del
cambio que en ella se había ocasionado con su mágica presencia, ellos
comenzaron a verse continuamente en el río, había descubierto algo inimaginado
por ella, era el amor, su primer amor, y que impactó como una flecha, con la
pureza que solo podía existir ahí en la
selva, en donde solo se respira
magia, en donde su entorno solo se
prestaba para que eche raíces tan profundas y
crezca inmensamente. sin creer que podía existir obstáculo alguno.
Pero como no todo en el amor puede ser tan perfecto, sus hermanos
comenzaron a sospechar porque ya no quería salir con ellos como siempre
acostumbraba a hacerlo, le siguieron a escondidas de ella hacia el río, Oh
sorpresa! Vieron atónitos cómo sucedía
los encuentros con un hombre que tenía los cabellos como los rayos del sol, no
tardaron en contar al gran jefe, su padre, el que se opuso rotundamente a que
su hija mantuviera contacto con el desconocido por que creía que serían
castigados por la naturaleza.
Ella a pesar del encierro y a los
castigos a los que fue sometida no renunciaba
a dejar a su amor primero, y a la
menor oportunidad cuando en la tribu tuvieron una fiesta en honor al sol, todos
dormían, y estaban alcoholizados, escapó rumbo al río en donde se encontró con
su extraño amado, los dos juraron que nadie en este mundo los separía, tomaron
una vieja balsa de bejuco que estaba amarrada en la orilla del río y decidieron
escapar a donde les lleve la corriente, era un amor loco pletórico, desconocido
que se había acunado en el corazón de una salvaje y de un hombre venido del
cielo, esa noche las fuerzas de la naturaleza había confabulado a favor del
amor y les guio hasta una cascada en donde los dos tomados de la mano
desaparecieron en las aguas y al día siguiente surgieron dos extrañas y mágicas
plantas, Dayo se convirtió un bejuco de lianas llamado ayaguascha, que parecía
una escalera al cielo el que se estaba llena de colibríes de mil colores e Isis
se convirtió en un arbusto llamado chacruna,
Dicen que la combinación exacta de ambos les abre las puertas al mundo de los Dioses a los elegidos los yàgchas y les permite purificarse el espíritu y el cuerpo, el ayaguashca entrega la fuerza y la chacruna las visiones
Ayaguascha quiere decir la soga del alma o soga de los muertos, es la soga que ata el alma al cuerpo y la
persona puede salir de su cuerpo sin necesidad de haber muerto; es una bebida
considerada por los aborígenes como sagrada y que solo debe ser preparada y
entregada solo por los sabios yágchas o
chamanes que son los que tienen el
conocimiento recibido del mundo de los espíritus;
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